Sobrevivir por si decides llamar a mi puerta. Sobrevivir porque sólo puedo vivir contigo. Con los dientes y el alma puesta en tu regazo. Y reconoces que sabe a traición. Que sabe a culpa y a necesidad. Que calma tus latidos con su corazón, con sus abrazos.
Sabes que te prometiste que nunca volverías a sentirte así en otros brazos. Y llega él. Con el mundo en su sonrisa. Y rompe la promesa. Vuelves a sentir lo mismo que has sentido antes. Pero ¿sabes qué?. No es lo mismo. Es mejor. Muchísimo mejor.
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