Deprimida, con su boligrafo en la mano, a más de mil kilometros de distancia...
¿Alguna vez has tenido la sensación de querer demasiado a una persona?
Enciendes la radio y está sonando justo esa canción, esa que te recuerda tanto a él ya que es la única que te gusta de su cantante favorito. Apagas la radio lo antes posible y enciendes tu reproductor de música pero te das cuenta de que todas las canciones te recuerdan a él, sea cuál sea, tú le encuentras una semejanza a él, a tí, a vuestra relacción, a todo lo que habeis vivido... En ese momento empiezas a llorar sin poderlo remediar, a lágrima viva, no de tristeza por haber perdido algo, sino por tenerlo.
¿Qué pasará cuando vuelvas? ¿Seguirá todo igual o habrá cambiado algo?
Te da igual, prefieres quedarte como estás, echando de menos a la persona que te alegra el día con un simple hola o con un sentido Te quiero, la que alarga el momento antes de decirte Adios, esa de la que estás locamente enamorada...
Qué potito.
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