domingo, 4 de marzo de 2012

¿quién soy y cuántos?

-Uno no podía fiarse de sus ojos ni de sus otros sentidos, pues es muy fácil ser engañado por ellos. Uno tampoco podía fiarse sin más del pensamiento: ¿acaso no podría un genio maligno manipular nuestros pensamientos e inducirnos a sacar conclusiones equivocadas? Circunspecto, dudado de todo, anduvo solo y en tinieblas. Ahora bien, ¿no existe algo de lo que no puedo dudar en ningún caso? Pues, si dudo de todo, al menos no puedo dudar de que dudo, ni de que soy yo quien duda. Y si, al dudar, YO me sé dudando, de ello se infiere que por necesidad yo pienso que dudo. Existe una evidencia indubitable, un principio primero y anterior a todo lo demás cogito ergo sum.

-Muchos neurocientíficos tienden a adoptar la opinión de que no existe un único yo, sino muchos estados del yo distinto. El yo-cuerpo se cuida de que yo sepa que el cuerpo con el que vivo es, en efecto, mi cuerpo. El yo-localización me dice dónde me encuentro ahora mismo. El yo perspectivista me hace saber que soy el centro del mundo que percibo. El yo como sujeto vivencial me dice que mis impresiones sensoriales y sentimientos son míos y no de cualquier otra persona. El yo de autoría y control me convence de que soy responsable de mis pensamientos y de mis actos. El yo autobiográfico se encarga de que no me salga de mi propia película, que a lo largo de toda la vida me perciba como uno y el mismo. El yo autorreflexivo me permite reflexionar sobre mí mismo e interpretar los diálogos mantenidos entre el I y el me. El yo moral, por último, viene a ser mi conciencia y me dice lo que está bien y lo que está mal.
-Richard David Precht.

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